El Internet de las Cosas (IoT) es un concepto computacional donde objetos, animales y/o personas, identificados por una serie de indicadores únicos, poseen la habilidad de transferir información a una red sin necesidad de interacción humano-humano o humano-máquina. Y este concepto hace que nuestras vidas cambien.

Te levantas por la mañana y todavía ojeroso te diriges a la cocina a tomarte un buen café para despejarte. La pantalla de la nevera parpadea con un aviso que has estado ignorando un par de días: “Queda poca leche”. No pasa nada, seguro que aún hay suficiente para hacerte un cortado. O no. Tiras el brick vacío, pulsas el botón de añadir a la lista de la compra, te das una ducha y de paso aprovechas para ver el feed de las noticias locales proyectadas en la mampara del baño.

Compruebas la hora en el miniordenador de muñeca que la gente sigue empeñándose en llamar reloj y para tu disgusto descubres que vas mal de tiempo. Otra vez. Tu padre ya lo decía: “Hay cosas que no cambian”. Sales corriendo para poder coger el bus y en el momento en que pisas la calle te das cuenta de que deberías haber hecho más caso a la previsión del tiempo que viste en el armario y haber cogido el impermeable, pero ya da igual porque el autobús está ahí enfrente.

Llegas a tu oficina, aguantas el segundo chaparrón del día (la bronca de tu jefe) y te enfrentas a todo el trabajo atrasado. En tu puesto, te pones de nuevo esas gafas horribles destinadas a mejorar tu productividad. Al rato ves por el rabillo del ojo cómo te llega un mensaje de uno de tus compañeros con un link a algo de dudoso gusto con ligero contenido sexual. Lo abres, le das un like y continúas con tu trabajo. Otro mensaje. Y al rato otro. Y otro más… no, espera un momento. Este es de gatitos, y viene de la compañera que tanto te gusta. ¿Por qué no habrá un botón para dar mil likes?, te preguntas y dedicas la siguiente media hora a navegar por las redes sociales viendo cosas de ella.

Por fin llega la hora de la salida y decides volver andando a casa a ver si el ejercicio te relaja un poco. Seguro que tu cuerpo lo agradecerá, porque el podómetro de tus zapatillas hace mucho tiempo que los únicos pasos que registra son los que das hacia la pastelería. Cuando ya llevas un rato caminando y estás pasando cerca del hipermercado de la esquina, algo en tu muñeca vibra. Es un aviso de mensaje. Miras la pantalla del reloj y, en grandes letras, lees: “Compra leche”.

Cómo afectará a nuestro día a día el Internet of Things y los wearables, muestra que estamos a las puertas de un futuro donde la conectividad entre los diversos elementos electrónicos que nos facilitan la vida, es una oportunidad en bruto de cara al marketing digital. Multitud de nuevos medios, canales, soportes y formatos crean más oportunidades de conseguir conversiones, todo ello dentro de un ecosistema idóneo para el data mining, y hacen que nuestra concepción del marketing B2C no solo evolucione a un nuevo nivel, si no que se transforme totalmente en acciones personalizadas a cada posible cliente.

Puede que en esta nueva era nada sea muy distinto a la actual, pero a veces el ser capaces de influir con sutileza en esos pequeños detalles marca la diferencia entre tu marca y la competencia. Cuando llegue el día, ¿estarás preparado para ello o perderás la ola y te dejarás llevar por la corriente?

Hay cosas que no cambian, pero el marketing no es una de ellas.